De cómo no pasar por idiota

Sucede que algo tengo con los encuentros, una cuestión kármica diría una amiga -te encontrás a todo el mundo, ¿cómo hacés?- y no sé cómo hago, sólo pienso en alguien y en un par de días alguna noticia de esa persona tengo.
La cuestión es que caminaba por la peatonal, a Dios gracias con la autoestima elevada por un vendedor de anteojos de sol que dijo...- para qué anteojos, unos ojos tan lindos no deben ser cubiertos- (de más decir que compré esas gafas), cuando ví una remera conocida...
-Parece la que le regalé a ...si... pero si son las zapatillas que suele usar...y es el porte que tiene...y está mirando discos y a él le gustaba...
Seguí caminando, cuando el inconciente bajó a mi conciencia de una puñalada...es él...
Atiné a esconderme detrás de un árbol (como si este me cubriera y nadie se diera cuenta de la situación ridícula en la que estaba).
De repente estuve en una película de Tarantino. Esas en las que las personas tienen un aspecto angelical y de pronto, transforman sus gestos , la postura se encorva y se convierten en monstruos, bestias...acechando...
Son esos momentos en los que el mundo pasa sólo por lo que a uno le sucede, se congela la imágen...
Con el susto entre las patas no podía otra cosa que temblar, cuando aprecio bien el panorama frente a mis ojos...estaba ÉL, con un cochecito y un bebé en su interior...-hay alma no vueles tan alto...!

(Drama de la vida real, Selecciones de Readers Digest...)